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Coco Fusco, artista: “No conozco a ningún blanco americano que vaya a hacer el trabajo de un inmigrante recién llegado”

Coco Fusco, artista: “No conozco a ningún blanco americano que vaya a hacer el trabajo de un inmigrante recién llegado”

A la artista y escritora Coco Fusco (Nueva York, 64 años) no le sorprende el silencio de la cultura estadounidense ante las políticas represoras de Trump. “Los americanos no tienen experiencia con la censura. Aunque gente como Robert De Niro, Bruce Springsteen o Taylor Swift están diciendo cosas, la mayoría de mis colegas están en esa fase de ‘eso no es verdad’ o ‘esto no me pasará a mí’. Tiene lógica. Cuando llega el sistema autoritario, si pasa algo, siempre piensas que le tocará a otro”, ha contado a media mañana de este jueves la estadounidense de ascendencia cubana sentada en un sofá en una de las salas de la retrospectiva que reúne 30 años de su obra y que inaugura el 23 de mayo el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (Macba).

Sus obras han pasado por la Bienal de Venecia, la del Whitney en Nueva York o la de Sidney y ahora inaugura su primera monografía en España, pero Fusco sabe que por mucho reconocimiento internacional, nada es seguro en este mundo. “Hay artistas que se creen salvados por tener una gran exposición en un gran museo o estar vendiendo obras por un millón. Además de egoísta, es poco racional. En los años treinta también había muchos judíos ricos y el dinero no les protegió”, añade. La suya es una actitud de resistencia activa que define hasta el nombre de su muestra, He aprendido a nadar en seco, una metáfora sobre la supervivencia frente a todo y que homenajea a la primera frase de Natación, un cuento de 1957 del autor cubano Virgilio Piñera.

Comisariada por la directora del Macba, Elvira Dyangani Ose, en colaboración con El Museo del Barrio de Nueva York, la muestra estará disponible hasta el 11 de enero. El monográfico recoge más de 100 obras de una carrera multidisciplinar en la que Fusco intersecciona la antropología, la desobediencia activa y la denuncia política a través de la performance, el videoarte y el ensayo. El suyo es un altavoz de denuncia a la censura política, la degradación de los valores democráticos, la perversión de las políticas migratorias y el peso de la otredad en la herencia colonial. “Sus 30 años de investigación sobre aspectos como la identidad, la patria o la comunidad, así como el apoyo a la literatura, la poesía y el cine cubano represaliado, es fundamental no solo para entender Cuba, sino para atender a nuestro presente. Su obra es una medicina necesaria para un momento tan duro como el que vivimos”, resume Dyangani Ose sobre la relevancia de la exposición.

Fusco, en una sala del Macba. Su exposición, 'He aprendido a nadar en seco', es su primera retrospectiva en España.
Fusco, en una sala del Macba. Su exposición, 'He aprendido a nadar en seco', es su primera retrospectiva en España.Massimiliano Minocri

Si Fusco dice estar curada de espanto con las políticas autoritarias es porque la represión ha definido, literalmente, su vida. Su madre, una cubana que terminó los estudios de Medicina en Estados Unidos en los cincuenta y no quiso volver tras la Revolución, se embarazó de ella para conseguir los papeles cuando le caducó la visa. “Tengo una foto con un mes de vida llegando a La Habana en brazos de mi madre. El Gobierno de Estados Unidos le dijo que tenía que volver a Cuba cuando naciese para formalizar sus nuevos papeles. Mi madre parió, volvió a la isla, me dejó en brazos de mi abuela y se fue directa a hacer cola para pedir su vuelta”, aclara. Con el nuevo visado, madre e hija volvieron a Nueva York y se convirtieron en las intermediarias del exilio del resto de familiares.

“Yo era la maestra de inglés de los niños y la traductora de los adultos cuando se instalaban”, cuenta una artista que pasó su adolescencia lidiando con la burocracia migratoria y que también vivió la explosión cubana en Miami, donde se instaló su tío con sus ocho hijos y pasaba parte de los veranos. “Mis primas iban a clase con Gloria Estefan, yo conocí ese mundo de cerca, pero fue en la universidad cuando decidí conocer Cuba. Necesitaba enfrentarme a esos cuentos del horror y conocer a mis equivalentes”. Lo hizo en el 85, gracias a los vuelos de reunificación familiar y su nexo con tres artistas cubanos que expusieron obra en Nueva York. “Había cosas chocantes, claro. En mi primera visita me robaron el pasaporte y en algunos restaurantes no nos dejaban entrar por cómo íbamos vestidos, pero conecté mucho con el sentido del humor y su negociación de la realidad. Volví y volví”.

En 'La plaza vacía' (2012), Coco Fusco visita una desértica plaza de la Revolución de La Habana para meditar sobre espacio púlbico, la promesa revolucionaria y la memoria.
En 'La plaza vacía' (2012), Coco Fusco visita una desértica plaza de la Revolución de La Habana para meditar sobre espacio púlbico, la promesa revolucionaria y la memoria.

En ese viaje sedimentó la sospecha frente al relato triunfal de la Revolución. “En las primeras tres décadas la mayoría de los cineastas hacían muchos trabajos celebrando sus logros, yo me siento más identificada con los intelectuales y artistas que aplican una mirada crítica a ese proceso”, aclara.

La exposición del Macba se abre con La plaza vacía (2012), un vídeo inspirado en las protestas que abarrotaron las plazas de la Primavera árabe de 2011 y en el que se ve a Fusco, sola y minúscula, en una desangelada plaza de la Revolución de La Habana, preguntándose por qué ese espacio se ha convertido en un anfiteatro inhóspito que solo pisan turistas para hacerse selfis. “Esa plaza fue el teatro político de Fidel, pero el tiempo la ha degradado. Ahora solo se llena cuando hay una celebración oficial o un desfile militar. La gente está tan mal que si se presentan es porque les regalan una camiseta o un bocadillo”, apunta la artista. En la muestra la disidencia se explora por décadas, desde La confesión (2015), sobre el caso del arresto y confesión forzosa en 1971 del poeta contrarrevolucionario Heberto Padilla, al proyecto en colaboración con otros artistas para reivindicar a Luis Manuel Otero, el preso político más famoso de Cuba hoy.

El papel del turismo 'new age' y turismo sexual en la apertura turística de Cuba se explora en 'Stuff', que también pasó a representarse, como muestran las fotos de la exposición.
El papel del turismo 'new age' y turismo sexual en la apertura turística de Cuba se explora en 'Stuff', que también pasó a representarse, como muestran las fotos de la exposición.Alejandro García (EFE)

La carrera de Fusco, definida por la “aspiración compartida” con otras voces y artistas, se observa son su colaboración con Nao Bustamante y su visión de las fantasías sexuales coloniales en la figura de las jineteras cubanas (Stuff, 1996-1999) o la serie fotográfica Paquita y Chata (1996), su versión en vida de las muñecas mexicanas Lupita, usadas para representar a las prostitutas. Esa representación del otro, la otredad, ha marcado su relación con España. En 1992, y durante dos años, representó con Guillermo Gómez-Peña la conocida performance Pareja en la jaula: dos amerindios visitan Occidente, donde ambos se disfrazaron de amerindios y se presentaban como una curiosidad exótica dentro de una jaula, como si fueran animales salvajes. Aunque la jaula ahora mismo esté en el MoMA, esta sátira sobre el exotismo y el primitivismo no fue entendida en su momento. “En aquella época se celebraba la multiculturalidad de una forma muy folclórica, parecía que cada uno tenía que representar su cultura casi como en un anuncio de Benetton. Nosotros quisimos denunciar la colonización y la historia de los zoos humanos, pero el público no se dio cuenta”, cuenta.

Su labor de denuncia no solo se vehicula en el arte y en sus textos. Desde Brooklyn, Fusco sigue intermediando entre migrantes que buscan asilo político. “En mi barrio hay muchos albergues y yo trabajo de voluntaria como intérprete. He oído muchos testimonios, sé de dónde vienen y lo que están haciendo en Estados Unidos. El miedo al migrante se ha instrumentalizado. Yo sé lo que hacen para sobrevivir. Y te aseguro que ningún blanco americano va a hacer el trabajo que hace un inmigrante recién llegado”.

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